UN PASEO POR LA HISTORIA (Y LAS HISTORIAS) DE MOTO GUZZI

"Se per fortunata ipotesi..."

lunes, 22 de febrero de 2010

LA MOTO A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

En la época de la Primera Guerra Mundial, la motocicleta no sólo se había establecido como un producto empresarialmente rentable, sino también como un medio de transporte eficiente en base a su economía y su practicidad. De hecho, fue ampliamente utilizada por los ejércitos en el conflicto. No obstante, no dejaba de ser un artilugio un tanto particular, que requería para su disfrute grandes dosis de pasión, de pericia y de espíritu de sacrificio. Al riesgo intrínseco de viajar en moto se sumaban el de las pedregosas carreteras de aquel tiempo y una serie de soluciones técnicas que más bien parecían encaminadas a desalentar a los potenciales usuarios.

El arranque requería habilidad y muchísima suerte. La lubricación a bomba manual era más eficiente sobre la ropa del piloto (cuyos pantalones, además, y al primer descuido, solían ser devastados por la cadena de transmisión primaria, generalmente descubierta) que sobre los órganos mecánicos. El eje trasero era rígido y la suspensión delantera era simbólica. La absorción de las irregularidades del terreno se confiaba pues a los muelles de amortiguación del sillín. También eran simbólicos los dispositivos de frenado. Y para rematarlo, el principal objetivo de los constructores era conseguir la máxima velocidad posible al margen de la resistencia de los materiales a los esfuerzos o las vibraciones, de modo que las roturas estaban a la orden del día.

Carlo Guzzi había ideado una motocicleta cuyo uso estuviese, por encima de estos problemas, al alcance de todo el mundo. Una máquina revolucionaria no por sus soluciones técnicas, ya experimentadas y comprobadas, sino por agruparlas simultáneamente en un vehículo. El gran mérito de Guzzi residía en que su motocicleta era el epítome de la más racional y moderna técnica disponible en sus tiempos.

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